viernes, 11 de enero de 2013

Religión




El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Al anunciar el Año de la Fe, el Papa dijo que este tiempo busca "dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente". Benedicto XVI convocó al Año de la Fe con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011



EVANGELISTAS

Juan, llamado el Evangelista (en hebreo יוחנן Yohanan, 'el Señor es misericordioso', m. Patmos, ca. 110), fue un escritor místico del cristianismo primitivo al que la tradición considera autor del Evangelio según san Juan y, quizás, de otros escritos afines (joánicos) como el Apocalipsis y de tres cartas, 1 Juan, 2 Juan y 3 Juan, aunque hay dudas acerca de la autoría de las dos últimas.
Hay que señalar que el Evangelio de San Juan era anónimo en origen, y no es seguro siquiera que el nombre del autor fuera "Juan", aunque la tradición cristiana más antigua le asigna ese nombre desde casi el primer momento. Parece que, en todo caso, el autor del evangelio es judío, y escribe para personas que no conocen las costumbres judías. Según la tradición, para las iglesias de Asia.
Juan es, de los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento, el más poético y conceptual.
Juan el Evangelista suele asimilarse a la figura del discípulo amado a través del pasaje conclusivo dado en Jn 21,24. Dicho discípulo, del que sólo se tiene constancia a través del Evangelio de Juan es más conocido por estar recostado sobre el pecho de Jesús durante la última cena (Jn 13,23). Problemática es la que lo identifica con Juan el Presbítero o Juan el Anciano, que aparece mencionado en los fragmentos de Papías.
Ireneo de Lyon cuenta que Juan, después del martirio de Pedro y Pablo, se estableció en Éfeso. La tradición nos dice que fue llevado a Roma, y el emperador Domiciano ordenó quemarlo con aceite caliente. No se le considera como un apóstol mártir según la tradición. Se salvó del martirio y fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis. Fue maestro de Policarpo de Esmirna. Después de morir Domiciano asumió Nerva como emperador. Juan pudo entonces volver a Éfeso, donde escribió el resto de sus escritos y murió. Su fiesta, el 27 de diciembre, se celebra con el color litúrgico blanco.

San Marcos Evangelista (en griego: Μάρκος) (siglo I) es considerado tradicionalmente el autor del Evangelio de Marcos y el fundador y primer obispo de la Iglesia de Alejandría.
Marcos es considerado por la tradición cristiana el autor del evangelio que lleva su nombre. Puesto que él no fue discípulo directo de Jesús basó su relato -siempre según la tradición- en las enseñanzas de Pedro. El autor más antiguo que asignó a Marcos la autoría de este evangelio fue Papías de Hierápolis, en la primera mitad del siglo II, en un testimonio citado por Eusebio de Cesarea.
«y el anciano decía lo siguiente: Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba, pero no en orden de lo que el Señor dijo e hizo. Porque él no oyó ni siguió personalmente al Señor, sino, como dije, después a Pedro. Éste llevaba a cabo sus enseñanzas de acuerdo con las necesidades, pero no como quien va ordenando las palabras del Señor, más de modo que Marcos no se equivocó en absoluto cuando escribía ciertas cosas como las tenía en su memoria. Porque todo su empeño lo puso en no olvidar nada de lo que escuchó y en no escribir nada falso». (Eusebio, Hist. Ecl. iii. 39).
Desde el siglo II se dio por sentado que Marcos era el autor de este evangelio. Aunque es imposible tener ningún tipo de certeza a este respecto, se ha aducido convincentemente que no hay ninguna razón por la cual los primitivos cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje oscuro que no fue discípulo directo de Jesús, en lugar de atribuírsela a uno de los apóstoles.



Lucas el Evangelista (hebreo: לוקא, transliterado Lyka o Liká; griego: Λουκάς, Loukás) es considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio según san Lucas y de los Hechos de los Apóstoles. Fue discípulo de Pablo de Tarso.
Se pueden presentar tres razones por las cuales se concede a Lucas, el médico amado de Pablo, la autoría del evangelio que lleva su nombre.
Primero, porque es un personaje improbable. Si la iglesia primitiva hubiera querido inventarse el nombre del autor de la obra que hoy adjudicamos a Lucas, es poco probable que de hecho, hubieran elegido a Lucas, pues este no fue un testigo ocular de los hechos que narra, no es un apóstol de Jesús. Esto milita a favor de su autoría.
Segundo, porque cuenta con el testimonio unánime de la iglesia primitiva. Podemos citar por ejemplo a San Ireneo:
«Mateo publicó su propio Evangelio entre los hebreos en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí. Después de su partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, él mismo nos dejó por escrito la esencia de la predicación de Pedro. Lucas, seguidor de Pablo, asentó en un libro el evangelio predicado por su maestro. Luego Juan, el discípulo del Señor, quien también se recostaba sobre su pecho, produjo su Evangelio mientras vivía en Éfeso en Asia». (Ireneo, Adversus Haereses 3,3,4)
Tercero, porque no existen competidores para la autoría de dicha obra.
Estas tres razones acreditan la autoría de dicha obra, a San Lucas, el médico amado. También tomar en cuenta el consenso de los eruditos liberales y conservadores es que Lucas es muy preciso como historiador. Es erudito, es elocuente, su griego se aproxima a localidad clásica, escribe como un hombre educado, y los descubrimientos arqueológicos demuestran una y otra vez que Lucas es preciso en lo que tiene que decir.

Mateo el Evangelista, en hebreo מתי (también conocido como Mateo Leví, Leví de Alfeo o Mateo el Apóstol) fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús de Nazaret. La tradición cristiana le atribuye la autoría del evangelio de Mateo, pero la crítica actual descarta esta atribución.1
Etimológicamente, el nombre español Mateo proviene del griego Mathaios (Ματθαιος) y éste, del arameo Mattai, una forma corta del hebreo MattanYah, que significa ‘don de Yah’ (el Dios Yahvéh).
La tradición cristiana atribuye a Mateo la autoría del Evangelio de Mateo que lleva su nombre (kata Mathaion: ‘de Mateo’ o ‘según Mateo’). El primer autor conocido en establecer esta atribución fue Papías, quien, hacia 110 ó 120, en un texto citado por Eusebio de Cesarea, dice que «Mateo [...] puso en orden los logia en dialecto hebreo e interpretó cada uno como pudo" (Historia eclesiástica, III, 39,16). De acuerdo con esta información, algunos antiguos autores cristianos consideraron a Mateo autor de un primer evangelio, escrito en arameo, lengua vernácula de Palestina del Siglo I, cuya traducción al griego sería el texto ahora conocido como evangelio de Mateo. San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesarea, Orígenes y Jerónimo de Estridón se cuentan entre los que consideraron al apóstol Mateo autor de este evangelio.
El primitivo original semítico está perdido aunque varios autores primitivos lo citan; pareció basarse en los dichos de Jesucristo y fue utilizado por Mateo para su propia predicación. La Iglesia utilizó con carácter oficial canónico el nuevo texto griego, aparentemente traducido por el mismo Mateo. El Evangelio de Mateo, es el Evangelio eclesiástico por excelencia, no solo por ser el más utilizado por la tradición primitiva de la Iglesia, sino porque en su estructura y formulación encarna una preocupación eclesial apologética vivida en las primeras generaciones cristianas.
El objetivo del Evangelio está claro desde su redacción original: es el de demostrar a los judíos que en Jesucristo se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento relativas al Mesías.
Cada vez más, los críticos descartan la teoría de que fue escrito después del Evangelio de San Marcos, ya que éste contiene muchos detalles que Mateo no cita.




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